martes, 13 de junio de 2017

Relación Descartes-Ortega (Pregunta 4)

4. Relación del tema o del autor del texto elegido con una posición filosófica de la época contemporánea. (2 puntos)

Voy a relacionar la filosofía de Descartes con la posición filosófica de Ortega y Gasset (1883-1955).
José Ortega y Gasset nace en Madrid en 1883 en el seno de una familia burguesa y de tradición cultural ligada al periodismo (propietarios de uno de los periódicos más prestigiosos del Madrid de entonces, El imparcial). Recibió una cuidadosa educación en el Colegio de los Jesuitas de El Palo de Málaga y en la Universidad Central de Madrid. Más tarde, estudió dos años en las universidades alemanas más prestigiosas de entonces (Leipzig, Berlín y Marburgo), donde establece contacto con las corrientes filosóficas más influyentes (neokantismo). Cuando vuelve a España está convencido de que sólo la apertura a Europa podrá sacar a España de su tradicional aislamiento y retraso, y dedicará todos sus esfuerzos para conseguir una regeneración española y una renovación de nuestros modos de pensar y sentir. Ese esfuerzo lo realiza, desde su colaboración con la Institución Libre de Enseñanza de Francisco Giner de los Ríos, desde su Cátedra de Metafísica de la Universidad Central, desde el periódico El Sol y la Revista de Occidente que él mismo había fundado y desde su participación política (fue diputado y defendió la instauración de la República). Al estallar la Guerra Civil, se exilia y no regresará a España hasta 1945. No se reintegra a su Cátedra de Metafísica, ni participa ya activamente en la vida cultura oficial, viajando frecuentemente al extranjero. Muere en Madrid en 1955.
Ortega fue un filósofo muy prolífico. Escribió mucho y, además, con bastante claridad y con un estilo muy apreciable, lo que ha contribuido a convertirlo en el filósofo español más renombrado y famoso.
En su etapa inicial, Ortega fue objetivista y pensaba, como el Padre Fray Benito Jerónimo Feijoo que “en España hace falta más física y menos metafísica”, pero esta etapa no es tan representativa de su pensamiento como el perspectivismo, el raciovitalismo y el historicismo a los que nos vamos a referir en la comparación con el pensamiento de Descartes.
Descartes, al igual que Platón, es un filósofo racionalista, que tiene como objetivo conseguir la verdad absoluta. La realidad es absolutamente objetiva, y el propósito de la razón es convertirse en ese cristal absolutamente transparente que refleje con exactitud lo que hay fuera del sujeto. Conocemos por ideas, y nuestro conocimiento será verdadero siempre que nuestras ideas correspondan exactamente con la realidad objetiva exterior. Descartes forma parte de la tradición filosófica de la identidad, que nos ha hecho pensar que las cosas que existen en un sentido pleno han de permanecer siempre idénticas a sí mismas porque la esencia es inmutable. Para Ortega, este tipo de planteamiento choca con nuestra experiencia que nos dice que cada ser humano tiene sus propias peculiaridades que necesariamente, nos impedirán ser ese cristal  plano y perfectamente transparente. Por lo tanto, la realidad es una cuestión de perspectiva. El conocimiento depende de la  percepción que cada uno tiene de la realidad, que es fruto de una síntesis entre la realidad y el punto de vista que tiene el sujeto que conoce esa realidad.
En La doctrina del punto de vista, Ortega se hace las siguientes preguntas: ¿tendría sentido que dos hombres que miran el mismo paisaje pensaran que uno de los dos es el que ve el verdadero paisaje mientras que el otro ve uno falso? ¿Tendría sentido que llegaran a la conclusión de que los dos paisajes son ilusorios y que existe un tercer paisaje que es el auténtico? La conclusión a la que llega Ortega es que no, puesto que la “realidad cósmica es de tal forma que solo puede ser vista desde una determinada perspectiva”, lo cual significa que la realidad no se organiza hasta que el sujeto no la mira desde su propia perspectiva. La perspectiva es uno de los componentes de la realidad, porque una realidad que vista desde cualquier punto resultase siempre idéntica es un concepto absurdo.
Sin embargo,  Descartes pide que busquemos la realidad objetiva al margen de nuestra subjetividad, puesto que desde un primer momento nos invita a dudar de nuestra sensibilidad y buscar la racionalidad que puede captar lo real.
El perspectivismo de Ortega no niega el conocimiento a través de la sensibilidad, que forma parte de nuestra circunstancia que condiciona las a cada sujeto y afecta también a nuestra realidad (“yo soy yo y mis circunstancias”). Los sujetos nos encontramos condicionados por la situación en la que nos encontramos, pero estas condiciones no deforman la realidad, sino que funcionan como una red que nos permite atrapar nuestra propia visión de la realidad, que es legítima en todos los casos.
Ortega considera que Descartes y otros racionalistas se equivocaban cuando pretendían que el sistema filosófico explicara la realidad de manera única y absolutamente válida para todos los tiempos y para todos los hombres, al margen de la dimensión vital y perspectiva histórica como pretendían los racionalistas. Es por eso que Ortega propondrá sustituir esa razón pura por una razón vital para alcanzar la conquista de la verdad.

El método cartesiano supone el método definitivo, unitario para todos los saberes e inspirado en el método de la matemática para conocer la verdad tal cual es. En este método no cabe la contradicción, porque lo que yo conozco debe ser claro y distinto (no puede confundirse con otro). Si encontráramos informaciones diferentes en un argumento, el método cartesiano nos diría que estamos en un error. Sin embargo, en Ortega, las informaciones diferentes no ponen de manifiesto la existencia de contradicciones, sino que, esas informaciones diferentes son complementarias. Unidas las dos nos darían una visión mucho más rica y más completa de la realidad. El conocimiento más completo de la realidad sólo podría proceder de la utópica e irrealizable unión de las cuasi infinitas perspectivas que todos los individuos que hayan existido, los existentes y lo por existir hayan podido tener del universo.
Una diferencia importante entre las propuestas de Descartes y Ortega es que en Descartes queda clara la posibilidad (para todo aquel que utilice un método adecuado basado en la razón), de alcanzar un conocimiento absoluto, eterno e inmutable, mientras que Ortega, nos invita a asumir que los seres humanos conocemos de distintas maneras, sin que esto signifique renunciar a poder satisfacer las ansias de conocer la verdad.

Ortega nos hace conscientes de que siempre existe una parte de la realidad que se nos escapa (por ejemplo, nuestra vista no percibe cualquier onda luminosa, ni nuestro oído todas las ondas acústicas, etc.). Nuestros sentidos se interponen entre nosotros y la realidad, lo que explicaría que nuestro conocimiento no fuera ni total ni absoluto. Pero al mismo tiempo, lo que captamos a través de los sentidos es un componente de la realidad, por lo que no cabe el relativismo completo ni el escepticismo.

Actualización de Descartes (Pregunta 5)


Acercar la duda de Descartes a nuestra sociedad es algo muy interesante. Podemos empezar por cuestionarnos la fiabilidad de los sentidos, observando que existen numeras situaciones en las que estos nos proporcionan información falsa (ilusiones ópticas, problemas de percepción derivadas de enfermedades, etc.).

Luego podríamos plantearnos, como Descartes la dificultad de diferenciar la vigilia del sueño, pero hoy en día conocemos mejor que entonces la naturaleza de los sueños. Gracias a Freud y otros estudiosos sabemos que los sueños son la manera que tiene el inconsciente de representar información que se oculta a nuestra vida consciente. Por eso, para mí sería interesante diferenciar entonces no entre la vigilia y sueño, sino entre la vida fuera del mundo digital y en el mundo digital. Vivimos en una sociedad que ha sustituido la vida privada de las personas (salir a tomar un café con los amigos) por una vida pública, en la que todo lo que hacemos está continuamente colgado en Instagram o tuiteado y compartido en segundos con todo el mundo. Podemos preguntarnos si ese éxito social que aparentemente tienen algunas personas en las redes sociales implica necesariamente que sean felices en sus vidas privadas. Hemos visto casos de personas que publican la fotografía de la comida antes de probarla para hacer ver lo bien que se lo están pasando a los demás. Pero, ¿son realmente felices o viven con una sensacción continua de ansiedad por tener que hacer ver lo bien que se lo pasan?

También en nuestra sociedad actual hay muchos ejemplos de "genio maligno", entendido como una inteligencia que nos manipula y nos hace creer erróneamente que algo es cierto. Los medios de comunicación, la publicidad, los políticos manipuladores y corruptos, los líderes sectarios y populistas, etc. Ante todo este tipo de realidades tenemos que mantener nuestra mirada crítica y cuestionarlo todo, y no aceptar nada que no sea completamente evidente, claro y distinto.

Respecto a los argumentos de Descartes para demostrar la existencia de Dios, parece que hoy en día han perdido mucha vigencia y ya no convencen a muchas personas. Descartes propuso tres argumentos:

• La idea de perfección solamente puede haber sido puesta en mí por un ser perfecto, ya que yo soy imperfecto y no puedo crear la idea de perfección.
• No puedo crearme a mí mismo, puesto que me hubiera creado perfecto y no imperfecto como soy, luego debe existir el ser perfecto que me creó.
• Si la existencia es una perfección y Dios tiene todas las perfecciones, entonces Dios existe (argumento ontológico).

Estas ideas pudieron convencer muy bien en una época en la que estaba ampliamente aceptado que Dios era la fuente de creación, de sabiduría y un ser todopoderoso. Hoy en día, sin embargo, ya no es tan evidente la existencia de un ser creador del universo. Los sucesivos descubrimientos de la ciencia (el origen del Universo en el Big Bang, la Tierra no es el centro del universo, la diversidad de la vida procede de la evolución, etc.) han promovido la mentalidad agnóstica y atea de que no existe tal creación, sino que somos producto de la casualidad. Esto no significa que ya no haya creyentes hoy en día (más bien parece que, al contrario, cada día los creyentes son más fanáticos), pero se ha perdido el interés por "demostrar racionalmente" a Dios. Esto no lleva a pensar que creer en Dios sea algo irracional o absurdo, pero sí que queda reservada al ámbito de la fe y como una opción vital en la cual la existencia de Dios da sentido a un orden moral que sustenta la vida de muchas personas, y que es muy digna de respeto. Aunque ciertamente para el ateo o agnóstico será inaceptable la demostración racional de la existencia de Dios. Tanto la afirmación como el rechazo de la existencia de Dios, sin utilizar la reflexión, puede dar lugar a fanatismos radicales que de hecho están siendo protagonistas en nuestras sociedades.  


sábado, 10 de junio de 2017

Pregunta 6 PAU


6. Completar la/s frase/s que recoge propuestas básicas de un autor central de un periodo histórico no comprendido con anterioridad. (1 punto)
Y, aunque la utilidad de una duda tan general no sea patente al principio, es, sin embargo, muy grande, por cuanto nos libera de toda suerte de _________, y nos prepara un camino muy fácil para acostumbrar a nuestro espíritu a separarse de los_________, y, en definitiva, por cuanto hace que ya no podamos tener duda alguna respecto de aquello que más adelante descubramos como verdadero. (Prejuicios, sentidos)

Pregunta 5 PAU




5. Valoración razonada de la actualidad de las ideas contenidas en el texto o el pensamiento del autor.

La alegoría de la caverna se ha trasladado muchas veces a la actualidad comparando el interior de la caverna con la información que nos llega a través de los medios de comunicación. Si todas las televisiones nos enseñaran una misma realidad como la auténtica, ¿qué herramientas tendríamos los ciudadanos para descubrir si estamos siendo engañados? Aquí, los platós de televisión se compararían con los porteadores de objetos que desfilan detrás del muro, mientras que los ciudadanos seríamos como esos presos encadenados mirando fijamente a nuestras pantallas que son como la pared en la que se proyectan esas falsas ilusiones que tomamos como si fueran la única realidad. Lo único que podemos hacer es tratar de desencadenarnos, utilizando nuestra racionalidad crítica para desenmascarar los engaños de la manipulación mediática.
También podemos valernos de Platón para denunciar a todos los sofistas de nuestra época, que se hacen pasar por verdaderos sabios o políticos honestos cuando en realidad solamente utilizan los discursos retóricos para manejar a las masas y luego se olvidan de sus promesas electorales.
Un ejemplo actual podría ser el de Donald Trump, quien utiliza continuamente discursos llenos de trucos sofistas, en los que trata de convencer de que sus ideales retrógrados son los verdaderamente patriotas. Muchas veces se ha puesto en evidencia su falta de formación para ser presidente, pero actúa como el sofista que en el Gorgias de Platón, sin ser médico, puede ser elegido como médico del pueblo gracias a su oratoria. Más les hubiera valido a los estadounidenses utilizar su racionalidad crítica y buscar la verdad detrás de las palabras de Trump.
Platón creía que el gobernante debía estudiar durante 30 años para ser filósofo y conocer la justicia. Quizá podemos trasladar esa enseñanza a nuestro tiempo y a nuestras democracias para comprender que es necesario extender la educación en el uso de la razón crítica y la búsqueda de la verdad más allá de los prejuicios, para que así nuestros gobiernos sean más justos. Por una parte, no debería ser posible que un ignorante llegara a ser gobernante, y por otro, la política debería favorecer la educación global del ciudadano para el ejercicio de la reflexión crítica.

viernes, 9 de junio de 2017

Pregunta 4 PAU

4. Relación del tema o del autor del texto elegido con una posición filosófica de la época contemporánea. (2 puntos)

Voy a relacionar la filosofía de Platón con la posición filosófica de Ortega y Gasset (1883-1955).
José Ortega y Gasset nace en Madrid en 1883 en el seno de una familia burguesa y de tradición cultural ligada al periodismo (propietarios de uno de los periódicos más prestigiosos del Madrid de entonces, El imparcial). Recibió una cuidadosa educación en el Colegio de los Jesuitas de El Palo de Málaga y en la Universidad Central de Madrid. Más tarde, estudió dos años en las universidades alemanas más prestigiosas de entonces (Leipzig, Berlín y Marburgo), donde establece contacto con las corrientes filosóficas más influyentes (neokantismo). Cuando vuelve a España está convencido de que sólo la apertura a Europa podrá sacar a España de su tradicional aislamiento y retraso, y dedicará todos sus esfuerzos para conseguir una regeneración española y una renovación de nuestros modos de pensar y sentir. Ese esfuerzo lo realiza, desde su colaboración con la Institución Libre de Enseñanza de Francisco Giner de los Ríos, desde su Cátedra de Metafísica de la Universidad Central, desde el periódico El Sol y la Revista de Occidente que él mismo había fundado y desde su participación política (fue diputado y defendió la instauración de la República). Al estallar la Guerra Civil, se exilia y no regresará a España hasta 1945. No se reintegra a su Cátedra de Metafísica, ni participa ya activamente en la vida cultura oficial, viajando frecuentemente al extranjero. Muere en Madrid en 1955.
Ortega fue un filósofo muy prolífico. Escribió mucho y, además, con bastante claridad y con un estilo muy apreciable, lo que ha contribuido a convertirlo en el filósofo español más renombrado y famoso.
En su etapa inicial, Ortega fue objetivista y pensaba, como el Padre Fray Benito Jerónimo Feijoo que “en España hace falta más física y menos metafísica”, pero esta etapa no es tan representativa de su pensamiento como el perspectivismo, el raciovitalismo y el historicismo a los que nos vamos a referir en la comparación con el pensamiento de Platón.
Vamos a relacionar a estos dos autores respecto a su pensamiento en torno a preguntas como ¿qué es la realidad?, ¿cómo podemos conocerla?, ¿qué es el ser humano? y ¿cuál es la forma de gobierno más justa?
A) Metafísica: ¿qué es la realidad?
Platón, al igual que Descartes, Leibniz o Hegel, es un filósofo de la tradición filosófica de la identidad, que nos ha hecho pensar que las cosas que existen en un sentido pleno han de permanecer siempre idénticas a sí mismas porque la esencia es inmutable. Platón cree que existen verdades eternas, inmutables y absolutamente válidas porque la realidad está fuera de nosotros, es objetiva y aprenderlas significa algo así como introducirlas dentro de nosotros, captarlas mediante la razón, pero sin que cambien. El sujeto debe comportarse en ese momento como un cristal absolutamente plano y absolutamente transparente. En Platón, el sujeto debe elevarse por encima de lo aparente de la realidad sensible para acceder a lo objetivo y real que está en el Mundo de las Ideas.
 Pero claro, para Ortega, este tipo de planteamiento choca con nuestra experiencia que nos dice que cada ser humano tiene sus propias peculiaridades que necesariamente, nos impedirán ser ese cristal  plano y perfectamente transparente. Por lo tanto, la realidad es una cuestión de perspectiva. El conocimiento depende de la  percepción que cada uno tiene de la realidad, que es fruto de una síntesis entre la realidad y el punto de vista que tiene el sujeto que conoce esa realidad.
En La doctrina del punto de vista, Ortega se hace las siguientes preguntas: ¿tendría sentido que dos hombres que miran el mismo paisaje pensaran que uno de los dos es el que ve el verdadero paisaje mientras que el otro ve uno falso? ¿Tendría sentido que llegaran a la conclusión de que los dos paisajes son ilusorios y que existe un tercer paisaje que es el auténtico? La conclusión a la que llega Ortega es que no, puesto que la “realidad cósmica es de tal forma que solo puede ser vista desde una determinada perspectiva”, lo cual significa que la realidad no se organiza hasta que el sujeto no la mira desde su propia perspectiva. La perspectiva es uno de los componentes de la realidad, porque una realidad que vista desde cualquier punto resultase siempre idéntica es un concepto absurdo.
Sin embargo, este concepto de realidad que a Ortega le parece absurdo es precisamente para Platón el más real de todos: en el Mundo de las Ideas, todo lo que existe es siempre imperecedero e invariable, y las perspectivas subjetivas resultan irrelevantes y un estorbo en el camino hacia la verdad. El perspectivismo de Ortega le hubiera parecido a Platón un relativismo parecido al de los sofistas, pero no es así, porque nosotros, en cuanto individuos condicionados por el mundo, pertenecemos también a la realidad (“yo soy yo y mis circunstancias”). Los sujetos nos encontramos condicionados por la situación en la que nos encontramos, pero estas condiciones no deforman la realidad, sino que funcionan como una red que nos permite atrapar nuestra propia visión de la realidad, que es legítima en todos los casos.
Ortega considera que Platón y otros racionalistas se equivocaban cuando pretendían que el sistema filosófico explicara la realidad de manera única y absolutamente válida para todos los tiempos y para todos los hombres, al margen de la dimensión vital y perspectiva histórica como pretendían los racionalistas. Es por eso que Ortega propondrá sustituir esa razón pura por una razón vital para alcanzar la conquista de la verdad.
B) Epistemología: ¿Cómo podemos conocer la realidad?
Platón sigue el método mayéutico de Sócrates en cuanto al descubrimiento de la verdad. Propone que el discurso argumentativo puede desvelar las contradicciones que llevarán al interlocutor a darse cuenta de su error. Sin embargo, en Ortega, las informaciones diferentes no ponen de manifiesto la existencia de contradicciones, sino que, esas informaciones diferentes son complementarias. Unidas las dos nos darían una visión mucho más rica y más completa de la realidad. El conocimiento más completo de la realidad sólo podría proceder de la utópica e irrealizable unión de las cuasi infinitas perspectivas que todos los individuos que hayan existido, los existentes y lo por existir hayan podido tener del universo.
Una diferencia importante entre las propuestas de Platón y Ortega es que en Platón queda clara la posibilidad (para quien practique la filosofía), de alcanzar un conocimiento absoluto, eterno e inmutable, mientras que Ortega, nos invita a asumir que los seres humanos conocemos de distintas maneras, sin que esto signifique renunciar a poder satisfacer las ansias de conocer la verdad.
Ortega nos hace conscientes de que siempre existe una parte de la realidad que se nos escapa (por ejemplo, nuestra vista no percibe cualquier onda luminosa, ni nuestro oído todas las ondas acústicas, etc.). Nuestros sentidos se interponen entre nosotros y la realidad, lo que explicaría que nuestro conocimiento no fuera ni total ni absoluto. Pero al mismo tiempo, lo que captamos a través de los sentidos es un componente de la realidad, por lo que no cabe el relativismo completo ni el escepticismo.
C) ¿Qué es el ser humano?
Platón es esencialista. Considera que todos los seres que se parecen tienen una esencia en común, que los marca definitivamente y para siempre. Es por eso que Platón puede definir la esencia del ser humano de todos los tiempos y determinar que su conducta debía dirigirse a realizarse conforme a su propia naturaleza o esencia.
Al contrario que Platón, el punto de vista de Ortega no es esencialista sino existencialista. Buena parte de lo que somos los seres humanos es cultura, y esto no es algo innato y prefijado, sino algo que se va haciendo con el transcurrir de la propia existencia. Ortega está muy influido por Sartre, que solía decir: "el hombre no tiene esencia, sino existencia", el hombre es un vivir que se realiza a sí mismo, irremediablemente, a través de su propia libertad.
Queda así roto el mito que afirmaba la esencia inmutable de los seres humanos y pone de relieve nuestra dimensión histórica. Decir que tenemos “dimensión histórica” equivale a decir que nuestra forma de ser depende del devenir del tiempo y que de acuerdo con eso configuran nuestra propia personalidad, haciéndonos únicos e irrepetibles (de nuevo "yo soy yo y mis circunstancias", desde donde puedo afirmar mi propia personalidad).
Frente al rechazo de Platón a admitir que las circunstancias particulares pueden alterar la esencia de las cosas, Ortega afirma que los hombres son, en esencia, historia, como puede observarse en su teoría de las generaciones.

D) ¿Cuál es la forma de gobierno más justa?
Tanto Platón como Ortega son filósofos preocupados por la política de su época. Ya hemos comentado que la propuesta de Platón es la de una sociedad fuertemente estratificada donde el gobierno recaiga sobre el filósofo.
Por su parte, Ortega propone también a su manera un liderazgo de la clase intelectual. La conciencia del desastre de 1898 (pérdida de las últimas colonias) y el fracaso de las iniciativas democráticas de la primera y segunda República, son huellas de la decadencia de una España atrasada científica y técnicamente y centrada en los ideales religiosos. En la “Revolución de las masas”, Ortega explica la urgencia de imponer a las masas el respeto por la ciencia y la disciplina intelectual, y asumir que la gloria de España está en el pasado y que ahora le toca seguir el liderazgo de Europa.
A pesar de que Ortega fue firme defensor de la democracia y la república, también fue muy crítico con el papel que las masas incultas jugaban en ella, reconociendo la necesidad del liderazgo intelectual que debían llevar a cabo los filósofos y científicos. En el fondo, su planteamiento se acerca al de Platón, quien quería también una sociedad organizada por personas con una formación especial (los filósofos).

miércoles, 7 de junio de 2017

Pregunta 3 PAU


3. Justificación del texto desde la posición filosófica del autor. (2,5 puntos)

El sentido de esta alegoría es muy completo y toca aspectos de la epistemología (simboliza la búsqueda del conocimiento), la ética (simboliza la búsqueda del bien), la metafísica (simboliza los tipos de realidad existente) y la política (simboliza la decadencia de la democracia y la búsqueda de la forma de organización social ideal) de Platón.
En cuanto a la epistemología, relata las claves de la salida de la ignorancia como un “ascenso hacia la luz”, difícil y doloroso, pero que conlleva la felicidad de la contemplación de la verdad y del bien.  En cada una de las fases de ascenso podemos observar las distintas etapas:
- mientras se permanece en la caverna estamos dentro del ámbito de la “doxa” (opinión), que se divide en “eikasía” (imaginación), correspondiente a las proyecciones del interior de la caverna y la “pistis” (creencia), que corresponde a los estandartes, los porteadores y el fuego;
- en el exterior de la caverna se encuentra el verdadero conocimiento o “noesis”, en el que se puede distinguir la “episteme” (ciencia) y la “dianoia” (pensamiento), el conocimiento de las ideas.
El conocimiento auténtico solamente puede darse de objetos que no cambien, de esencias, mientras que sobre el mundo que observamos, en el que hay generación y corrupción, solamente cabe la opinión.
El origen del conocimiento de las Ideas puede darse a través de tres caminos: la reminiscencia, el amor y la dialéctica.
-El alma humana conoció las ideas cuando habitaba el Mundo de las Ideas, pero las olvidó al caer en su existencia material. Por lo tanto al observar las cosas imperfectas, podemos recordar (reminiscencia) la idea perfecta de la que éstas son copia. En Platón “conocer es recordar”.
-El conocimiento superior de la idea de Belleza se alcanza a través del amor.
-El conocimiento superior de la idea de Bien solamente es posible a través de la dialéctica.
La diferencia entre estos tipos de conocimiento está marcada también por los tipos de objetos a los que se dirige el conocimiento. De ahí que tengamos que prestar también atención a la metafísica de Platón.
El interior y el exterior de la caverna representan el dualismo metafísico platónico, es decir, la teoría de que existen dos tipos de realidades: por una parte está el mundo de las realidades visibles, materiales y perecederas (“Mundo Sensible” simbolizado por el interior de la caverna) y por otra parte el mundo de las realidades invisibles, inmateriales y eternas (“Mundo Inteligible o Mundo de las Ideas” que es representado por el exterior de la caverna).
El objetivo de la razón es llegar a conocer el Mundo de las Ideas, que es un mundo perfecto, inmutable, inmaterial y eterno, donde habitan las Ideas o formas que son esencias de los objetos del mundo sensible, los objetos matemáticos (como los números o las figuras geométricas), o también ideas abstractas y perfectas como lo bello, lo justo y lo bueno.
Las Ideas que componen el Mundo de las Ideas son perfectas, inmutables (n pueden adquirir ni perder ninguna cualidad), inmateriales y eternas –en esto se parecen al “Ser” de Parménides-.
El Mundo de las Ideas está jerarquizado, lo que significa que no todas las Ideas tienen el mismo valor. Son más elevadas las ideas más abstractas, de modo que los conceptos filosóficos van antes que los matemáticos y por último están las ideas de las que los objetos concretos son copia. En la cúspide está la idea de Bien, que según explica Platón en la República es causa de la ciencia y la verdad. Metafóricamente, el Bien es el Sol, mientras que la ciencia y la verdad son la luz y la razón respectivamente.
Por otra parte, las ideas no solamente cumplen la función de ser el único objeto de conocimiento auténtico, sino que además son la razón de que existan las cosas del mundo. Las cosas del Mundo Sensible existen por “participación” respecto al Mundo Inteligible, lo que significa que las Ideas sirven como modelo a los objetos del mundo sensible, y de este modo los ordena y da existencia.
El Mundo Sensible es nuestro mundo imperfecto, la realidad material en la que vivimos, que es temporal y perecedera. Su existencia es menos real que la del Mundo de las Ideas, o dicho de otra manera, el Mundo Sensible es una realidad aparente.
Según explica Platón en el Timeo, el Mundo Sensible existe porque una especie de divinidad (el Demiurgo) lo ha creado usando la materia y tomando como modelo el Mundo de las Ideas. Mediante este mito, explica Platón por qué los objetos materiales se parecen de alguna manera a las esencias inmateriales, pero son imperfectos.
 La antropología de Platón también presenta este dualismo, puesto que explica que el ser humano tiene una parte material (el cuerpo) y otra inmaterial (el alma). El hecho de que el alma pertenezca al Mundo de las Ideas permite explicar el conocimiento como “reminiscencia” o “anámnesis”.
El origen del alma es inmortal. Al principio de los tiempos fue creada por los dioses y habitaba en las estrellas. Debido al pecado, se hicieron impuras, se unieron con lo material y se volvieron indignas de vivir en el perfecto Mundo de las Ideas. Fueron arrojadas al Mundo Sensible, donde deben purificarse para volver a ascender al mundo del que proceden.
Así pues, el alma es inmortal: sobrevive a la muerte del cuerpo. Si está purificada en el momento de la muerte, regresará a las estrellas. De lo contrario se reencarna (“metempsicosis” o “transmigración de las almas”) en otro cuerpo, e incluso en el cuerpo de animales.
El contenido de la filosofía teórica de Platón tiene repercusiones respecto a su filosofía práctica, es decir, para su forma de entender la vida privada (ética) y pública (política).
Por ejemplo, la ética trata de responder a qué debemos hacer para ser buenos, purificarnos y alcanzar el mundo de las estrellas. Los comportamientos que atienden al cuerpo y dan rienda suelta al alma irascible o concupiscible impiden la purificación (“katharsis”). Según Platón, el alma es buena cuando los elementos que la componen cumplen con la misión encomendada: el alma inteligible debe ser sabia y prudente; la irascible, tener fortaleza; y la concupiscible, tener templanza. Si cultivamos estas virtudes para cada parte del alma, nuestra alma ascenderá hacia el Mundo de las Ideas.
El camino hacia la sabiduría es inseparable del camino de la virtud, puesto que requiere forzar el cuerpo y renunciar a los placeres sensibles. En esto cumple un papel determinante la educación, que permite curar del error (mediante la ironía socrática) y dirigirse a la luz (mayéutica).
La política de Platón es el centro de su filosofía. Está estrechamente unida a la ética, ya que las condiciones por las que el individuo es justo coinciden con las condiciones que hacen justa a la polis: que cada parte sea virtuosa y cumpla su función.
En la alegoría platónica de la caverna, hemos dicho que el prisionero liberado representa al filósofo que asciende hacia la sabiduría y la contemplación de la verdad. Una vez que están fuera de la caverna, podrían permanecer en la felicidad de contemplar la verdad, pero deciden descender de nuevo a la caverna para avisar a los demás de que viven engañados. Es el deber del filósofo mostrar a los demás cómo liberarse de sus propias cadenas de ignorancia y liderarlos hacia la luz. En la teoría política de Platón, esto simboliza que los filósofos deben gobernar, aunque desprecien lo material y las cosas políticas, porque su deber es ayudar a establecer el orden social perfecto.          
Hasta entonces, las personas que habían gobernado ambicionaban el poder y la riqueza asociados a los cargos. Era necesario que los filósofos, los únicos que conocían la justicia y podían aplicarla, detentaran el poder. De lo contrario volverían a producirse excesos como el cometido contra Sócrates. La organización política más nefasta es para Platón la tiranía, seguida de la democracia, la timocracia, la oligarquía y la monarquía, que sería la mejor forma política si el monarca estaba asesorado por un filósofo (algo que Platón intentó en Siracusa en dos ocasiones, con Dionisio I y Dionisio II).
Dos principios guían la filosofía política de Platón:
-el principio de totalidad: el Estado es más importante que el individuo.
-el principio de especialización funcional: cada individuo debe desempeñar una única función, que es aquella para la que esté mejor dotado y con la que mejor pueda desenvolverse. Para saber dónde encaja cada uno hay que determinar qué tipo de alma prevalece en los individuos, puesto que las virtudes correspondientes serán las más valiosas para cada función. La sociedad está estructurada en las siguientes clases:
A) Los productores, la clase más baja, proporciona los alimentos y medios materiales para la vida. Tienen dinero y propiedades con las que se sustenta el Estado. Su virtud es la templanza. –Almas de bronce o cobre.
B) Los guerreros o clase militar, defiende a la polis de los enemigos. No deben poseer dinero, propiedades ni familia. Viven en barracones comunes y comparten todo, incluso la crianza de los hijos. Su virtud es la valentía. –Almas de plata.
C) Los gobernantes planifican y organizan la sociedad. No poseen riquezas, propiedades ni descendencia. Su virtud es la prudencia y la sabiduría. –Almas de oro.
Con el objetivo de que cada cual cumpla ordenadamente su función hay que prestar atención a la educación. En los guerreros la educación se basa en la gimnástica, la música y la poesía (Ilíada, Odisea…). Las narraciones épicas estimulan su valor y obediencia. En los gobernantes es necesario conocer la filosofía mediante la dialéctica. Se preparan estudiando matemática, armonía (música) y astronomía.
 La dialéctica prepara para la contemplación de las Ideas que permite al filósofo ordenar la sociedad de la manera más sabia y eficaz para conseguir la felicidad en común de la polis. En ocasiones se ha considerado que el pensamiento de Platón es profundamente antidemocrático por lo cerrado de las clases sociales y la limitación en el acceso al poder (este ha sido el análisis de Karl Popper en “La sociedad abierta y sus enemigos”), pero también hay que tener que el continuo cuestionamiento de la verdad establecida y el uso crítico de la razón son herramientas fundamentales para la vida democrática.

lunes, 5 de junio de 2017

Pregunta 2 PAU



2. Identificación y explicación del contenido del texto. (2 puntos)

Texto: República VII, 515d. Desde “-Examina, pues -dije-, qué pasaría si fueran liberados de sus cadenas y curados de su ignorancia…” hasta “… fijando su vista en la luz de las estrellas y la luna, que el ver de día el sol y lo que le es propio.”
Identificación (resumen):
El texto pertenece a la alegoría de la caverna, donde Sócrates explica qué ocurriría a la persona que se liberara de las cadenas con las que ha estado atado toda la vida en la oscuridad de la caverna.
El proceso de la liberación, en el que nos volvemos a la luz y tenemos que reconocer que las imágenes que veíamos no eran más que sombras, produce dolor y perplejidad. Necesitaremos tiempo para poder ir acostumbrándonos a ver los distintos objetos, desde los más oscuros (figuras del interior de la caverna, reflejos de los objetos del mundo exterior) hasta los más claros (objetos del mundo exterior, estrellas, luna, y por último el Sol). Los objetos más brillantes serán los más difíciles de ver.
Explicación (comentario del significado del texto):
La alegoría de la caverna o mito de la caverna es un relato que Platón pone en boca de Sócrates, en el que nos narra la situación de unas personas encadenadas en el interior de una caverna desde su nacimiento. Allí, viven mirando hacia una pared en la que se proyectan las sombras de objetos y estandartes que llevan unos porteadores que caminan al otro lado de un muro que hay detrás de los encadenados. Porque nunca han conocido otra cosa, los encadenados se creen libres y piensan que las sombras que observan y las voces que oyen son la verdadera y única realidad.
Un buen día ocurre que uno de los encadenados logra liberarse y ascender con mucho trabajo desde la caverna hasta la superficie. Primero observa que las sombras son proyecciones de objetos más reales (las figuras que llevan los porteadores), luego a los porteadores mismos y el fuego que, en el interior de la caverna, da luz y provoca la proyección de esas sombras. Continúa ascendiendo hacia la superficie y observa las sombras y reflejos en el agua de los objetos reales, los objetos reales, las estrellas y la luna y por último el sol. El liberado, debe dirigir su mirada primero a los objetos menos brillantes, porque su visión se debe ir acostumbrando para que no resulte doloroso.
Una vez que el liberado ha contemplado la verdad y se ha dado cuenta de que la existencia anterior era un engaño, no desea volver a la caverna, pero se siente en la necesidad de avisar a los demás de que llevan una vida inauténtica, por lo que decide descender de nuevo.
La vuelta a la caverna es peligrosa, porque los encadenados no están dispuestos a admitir la existencia de otro mundo, lo tomarán por loco e incluso intentarán matarlo, evitando a toda costa dirigir su mirada hacia otro lado que no sean las sombras.
El fragmento corresponde al momento en que el liberado comienza su ascensión, que representa la búsqueda de la verdad más elevada (“episteme”, ciencia) por encima de la apariencia (“doxa”, opinión). Los grados del conocimiento van desde el más imperfecto hasta el más perfecto. Dado que estos grados están jerarquizados, pasar de uno a otro supone una “ascensión”. El nivel sensible representado por el interior de la caverna es el de la opinión o doxa. Dentro de ella encontramos, como se explica en el “símil de la línea” (República VI):
- la eikasía (conjetura), que encontramos en mitos, historia y retórica,
- la pistis (creencia), que encontramos en el estudio de la naturaleza, la física.
El nivel inteligible es el de la ciencia o episteme, representado por el exterior de la caverna. En él encontramos:
- la dianoia es la razón discursiva, que permite pensar los objetos de las matemáticas,
- la noesis es la inteligencia filosófica o dialéctica que permite conocer las ideas, incluidas las ideas supremas de Justicia, Belleza y Bien.
Este nivel es superior y requiere del aprendizaje de la disciplina intelectual de la filosofía. Solamente el filósofo, capaz de elevarse por encima de lo aparente del mundo contingente consigue llegar hasta aquí y contemplar la verdadera realidad: las ideas y en su cúspide, la idea de Bien.